La anosmia se puede desarrollar por predisposición genética, por la aparición de otros trastornos o por envejecimiento (se cree que se deteriora a partir de los 50). La pérdida de olfato se produce sistemáticamente por infecciones víricas (un simple catarro) o bacterianas (sinusitis) y poliposis nasal. Este sentido también desaparece, aunque no siempre, cuando se sufren atrofias y tumores cerebrales, algunas enfermedades psiquiátricas.
Se recomienda continuar el seguimiento en el médico para indetificar la causa.