Los sabortizantes artificiales tienen muchos componentes sintéticos que pueden variar mucho dependiendo del fabricante. En general, se podría decir que son dañinos bajo el principio de que es un químico y su consumo en exceso (como cualquier otro) puede causar daños al organismo. Sin embargo, no hay evidencia científica que asegure que amenazan la vida o representan un serio problema de salud.