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El efecto secundario más frecuente de la Colestiramina es la
constipación. Usualmente es moderada y transitoria, pero en algunos casos puede producir impactación fecal. Puede aumentar una
constipación preexistente y agravar una
hemorroides. Se recomienda que el paciente beba grandes cantidades de agua. En pacientes pediátricos se han evidenciado algunos casos poco frecuentes de
obstrucción intestinal. Otros efectos sobre el tracto digestivo incluyen:
colelitiasis,
pancreatitis, sangrado gastrointestinal,
úlcera péptica,
esteatorrea,
anorexia, síndrome de malabsorción, disensión, flatulencia,
náusea,
vómito y
diarrea.
El uso crónico de la Colestiramina puede producir
hemorragias debidas a una hipoprotrombinemia secundaria a un
déficit de vitamina K.
Debido a una liberación de cloro, la Colestiramina puede producir acidosis hiperclorémica en particular en pacientes pediátricos.