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Tu corazón late más deprisa cuando existe atracción por alguien, por una reacción química de nuestro cuerpo.
El enamoramiento genera una sensación de bienestar y excitación, que pone a tu cuerpo en un estado de “alerta”. La adrenalina liberada, asociada a un cóctel de otros neurotransmisores y hormonas, son los responsables de desencadenar los cambios temporales que experimentas y que provocan que te pongas nerviosa o que pierdas el control de tus reacciones. También son responsables del aumento en la frecuencia respiratoria, aumento de la presión arterial y de la temperatura corporal, sudoración, euforia, insomnio y pérdida de apetito entre otros.
Esta reacción suele disminuir con el tiempo, dando paso a una etapa más calmada: la etapa en donde se consolida el amor.
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