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El deseo excesivo de delgadez, un enemigo de la salud

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Trastornos alimenticios

Por presión social o por moda, los trastornos alimenticios son producto de esa intención de bajar de peso de manera rápida y sin orientación.

Razones ambientales, genéticas y de personalidad son las causas a las que los expertos le atribuyen el desarrollo de alteraciones como anorexia, bulimia y el trastorno por atracones. Este último, es el descrito más recientemente por profesionales de la salud. Sin embargo, aunque estos son los más conocidos, la nutrióloga Patricia Eugenia Restrepo también habla de los trastornos de ingesta alimentaria evitatorios o restrictivos, en los que por miedo a engordar las personas no comen, se desnutren y, por supuesto, pierden peso. También menciona las picas y rumiaciones que se manifiestan porque las personas empiezan a comer hielo, papel o cosas que no tienen ningún valor nutricional para no engordarse. Están, además, los trastornos por purga que se refieren a la pérdida de peso provocado por el vómito a través de diuréticos o laxantes. Finalmente, la experta menciona el síndrome del comedor nocturno, que se caracteriza porque la persona come solo por la noche y ayuna en el día.

De desarrollar estas enfermedades ninguno se libra, pero los adolescentes son los más susceptibles de padecerlas “dado que están en una etapa de crecimiento, de despertar hormonal y, por supuesto, están más expuestos a influencias culturales”, explica Pilar Arroyave Sierra, psiquiatra de niños y adolescentes.

¿Qué son los trastornos alimenticios?

Las expertas coinciden en que todos tienen que ver con el deseo de delgadez. En el caso de la anorexia, por ejemplo, hay una restricción de alimentación voluntaria donde el paciente comienza a perder peso sustancialmente, lo que lleva a la desnutrición y, de no ser tratado, a la muerte.

En la bulimia, la pérdida de peso no se logra por ausencia de alimentación. Este trastorno se identifica por los atracones de comida a los que se expone la persona, come mucho, en poco tiempo y finalmente, hay una sensación de culpa que no puede controlar por lo que hace purgas a través del vómito, laxantes o largos períodos de ejercicio.

Señala la psiquiatra que, en los estudios sobre anorexia y bulimia, la genética tiene un peso importante: “algunas investigaciones han encontrado que parte de los genes se asocian a estos trastornos y si a eso se suman los rasgos generales de la personalidad, más el ambiente en el que se desenvuelven, la probabilidad de que estas enfermedades aparezcan son mayores. Las personas con anorexia son muy obsesivas, pegadas del detalle, perfeccionistas, todo lo que se proponen lo cumplen, son poco flexibles en todos los aspectos de la vida. Los pacientes con bulimia se identifican por sus altos rasgos de impulsividad, son buscadores de riesgos y actúan sin pensar”. Esto no quiere decir que quienes tengan estos rasgos desarrollarán, inevitablemente, los trastornos alimentarios, lo importante es que si hay sospecha de que un familiar o un amigo los padece puedan detectarlos a tiempo.

Aquí algunas pistas para identificarlos y tratarlos oportunamente.

  • Van al baño inmediatamente después de comer.
  • Están obsesionados con las dietas, figuras corporales, modelos y constantemente hablan del tema.
  • Aumentan la ingesta de agua y hacen actividad física en extremo.
  • Cortan la comida en pedazos muy pequeños, comen muy despacio e ingieren mucho líquido. Dispersan la comida en el plato para dar la apariencia de que se comieron todo.
  • No admiten que perdieron peso e insisten en que se ven gordos a pesar de su evidente delgadez. En casos extremos, presentan desmayos frecuentes.
  • Se les ve con menos energía física para desarrollar las actividades.
  • Tienen miedo intenso a la ganancia de peso.

El tratamiento

Enfatizan las expertas en que para tratar a estos pacientes es fundamental el trabajo interdisciplinario: psiquiatra, nutriólogo y psicólogo. “Estas enfermedades no siempre requieren medicamentos. La medicación no es la salvación porque se requiere tratamiento psicológico, psiquiátrico y nutricional por personal especializado. Eso es lo ideal, pero si no se puede, que al menos trabajen en equipo, que haya comunicación para que el paciente pueda evolucionar”, sugiere Arroyave.

En la recuperación de estas enfermedades y, obviamente, en la prevención, el papel del entorno educativo y familiar, sobre todo, de los pacientes más jóvenes es muy importante. Para ello se recomienda tener entrenamiento en alimentación saludable, hablar siempre en positivo, enseñar a aceptar la diferencia. “Los adolescentes deben saber que no hay que tener el mismo cuerpo de la amiga o la modelo, es importante que los padres les hablen de los cambios que van a experimentar en su cuerpo y, obviamente, reforzar la autoestima”, sugiere Arroyave.

En términos familiares el consejo es no censurar, propiciar un ambiente de apoyo y consultar inmediatamente frente a los síntomas, no hay que pensar que estos trastornos son rebeldías de adolescencia y que ‘algún día se le van a quitar’.

Como datos curiosos, cabe anotar que en anorexia existen varios grados, así lo describe Patricia Restrepo: “si el Índice de Masa Corporal (IMC) es menos de 17 es leve, si es entre 16 y 16.99 es moderada, si es entre 15 y 15.99 es severo y si es menos de 15 es anorexia extrema”.

Adicionalmente, advierte que de no ser tratados a tiempo, los pacientes con anorexia pueden desarrollar además de desnutrición, consecuencias como daño cerebral, osteoporosis severa, esterilidad, rupturas de estómago y daño dental producto de la quema de los dientes por el vómito. En el caso de la bulimia, son propensos a padecer enfermedades secundarias a obesidad: diabetes, hipertensión, dislipidemia, enfermedad cardiovascular, cáncer de mama, de útero, de ovario o de colon.

Natalia Ospina Vélez
Natalia Ospina Vélez https://www.1doc3.com

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