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Vivir con VIH y no desarrollar Sida es posible

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Sida

Un diagnóstico y tratamiento oportuno, con antirretrovirales, puede prevenir que el virus se convierta en enfermedad y tenga un desenlace fatal, pero, realmente, ¿eso es posible? Expertos responden que sí, todo depende de un diagnóstico y tratamiento oportuno.

William Lenis, director científico de programas de VIH de la Clínica Valle de Lili, señala que los únicos tratamientos efectivos para el manejo de la enfermedad se basan en fármacos que evitan la replicación o reproducción del virus. “Es importante que las personas sepan que, con un tratamiento adecuado, la mortalidad de la enfermedad está muy por debajo de muchas otras enfermedades crónicas y que su pronóstico de sobrevivir con un tratamiento adecuado es similar al de una persona que no tenga el virus. La adherencia en el tratamiento es fundamental en la calidad de vida del paciente con VIH. Los medicamentos deben tomarse todos los días de forma consistente y ordenada”.

¿Cómo actúa el VIH?

Este virus que puede transmitirse por el contacto con la sangre, la leche materna, el semen o las secreciones vaginales, de una persona infectada, una vez llega al organismo ataca el sistema inmunológico, es decir, las defensas del propio cuerpo. Por lo tanto, a medida que el virus debilita ese sistema de protección, la persona infectada, gradualmente, se vuelve inmunodeficiente, haciendo que tenga mayor susceptibilidad al desarrollo de infecciones y enfermedades que una persona saludable puede combatir.

Explica la Organización Mundial de la Salud, OMS, que la fase más avanzada de la infección por el VIH se conoce como Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, Sida y puede tardar entre 2 y 15 años en manifestarse. Así las cosas, diagnosticar el VIH a tiempo y hacer tratamiento oportuno no significa, inevitablemente, la muerte. Y para la muestra personajes no solo como Charlie Sheen, también Magic Johnson, basquetbolista americano que en 1991 anunció que era portador del virus y hoy, dos décadas después de la noticia, el virus nunca se convirtió en Sida.

“El hecho de tener el VIH o ser positivo significa que el virus está en el organismo, pero dependiendo de la etapa en la que se encuentre el individuo, se puede o no padecer Sida. El virus puede permanecer por mucho tiempo en el organismo y no producir ningún tipo de síntoma. Se dice que hay Sida cuando el paciente tiene una o más enfermedades infecciosas de tipo oportunista, o sea, una infección o algún cáncer relacionado con la infección”, explica Jorge Hernán Sierra Arango, médico asistencial de EMI.

Pero ¿qué hace que unas personas desarrollen Sida y otras no? Al respecto, Sierra Arango agrega que todo se debe al tratamiento antirretroviral, eso permite que el individuo mantenga una carga de defensa elevada y evite que esas infecciones aparezcan. “La terapia antiretroviral prolonga dramáticamente la vida de los pacientes y disminuye la posibilidad de que estos infecten a otros. Hoy en día quien es diagnosticado con VIH y tratado antes de que la enfermedad avance puede tener una expectativa de vida cercana a la normal. La enfermedad presenta estadios o etapas y su progresión sin tratamiento es casi siempre fatal. El tratamiento ayuda a las personas en todas las etapas de la enfermedad, retardando su paso de una a otra, e incluso previniéndolo”.

Atención a…

Los síntomas

Unas veces aparecen, en otras solo se hacen visibles hasta que el portador alcanza fases avanzadas. De acuerdo con la OMS, en las primeras semanas que siguen al contagio, las personas a veces no manifiestan ningún síntoma, y otras presentan una afección de tipo gripal, con fiebre, dolor de cabeza, erupción o dolor de garganta.

A medida que la infección va debilitando el sistema inmunológico, se pueden presentar otros signos y síntomas, como inflamación de los ganglios linfáticos, pérdida de peso, fiebre, diarrea y tos. En ausencia de tratamiento podrían aparecer también enfermedades graves como tuberculosis, meningitis o diversos tipos de cáncer.

Factores de riesgo

  • Practicar coito anal o vaginal sin protección.
  • Padecer alguna otra infección de transmisión sexual como sífilis, herpes, clamidiasis, gonorrea o vaginosis.
  • Compartir agujas o jeringuillas contaminadas, soluciones de droga u otro material infeccioso para consumir drogas inyectables.
  • Recibir inyecciones o transfusiones sanguíneas sin garantías de seguridad o ser objeto de procedimientos médicos que entrañen corte o perforación con instrumental no esterilizado.
  • Pincharse accidentalmente con una aguja infectada.
  • El sexo anal es la conducta sexual más riesgosa para el contagio, por las lesiones que se provocan en esa zona durante el acto sexual, siendo el receptor el más expuesto. El sexo vaginal está en segundo lugar.
  • El sexo oral, estimulando el pene, la vagina o el recto con la boca o la lengua y deglutir el semen es más riesgoso que otros tipos de sexo oral y menos riesgoso que el sexo anal o vaginal.

Aclarando mitos

Además del estigma que los pacientes con VIH o Sida deben cargar, alrededor de este tema existen muchas ideas erradas frente al contagio. Se sabe que no es posible infectarse si dan o reciben caricias o abrazos; comparten el teléfono, visitan a las personas enfermas, comparten cubiertos o vasos. El VIH no se transmite por saliva, lágrimas, sudor o por darle la mano a otro. Así mismo, tampoco por besos en la mejilla o besos en la boca, a no ser que exista sangrado gingival evidente. “El paciente portador de la enfermedad no constituye riesgo alguno para su familia, compañeros de trabajo o vivienda”, advierte Lenis.

La transmisión de VIH de la madre al bebé hoy es, según la OMS, casi totalmente evitable. “Normalmente la madre cuando queda en embarazo, la mayoría de las veces, sabe de su VIH positivo, pero el hecho de la madre tome antirretroviral va a hacer que el bebé no lo tenga, la única excepción es que no puede ser amamantado. Además, se debe evitar el parto natural, debe ser por cesárea para evitar que las lesiones o laceraciones producidas en el canal vaginal entren en contacto con el niño a través de la sangre”, concluye Sierra Arango.

Natalia Ospina Vélez
Natalia Ospina Vélez https://www.1doc3.com

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