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Reconocer los síntomas, clave para tratar el ataque cerebro vascular

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El Ataque Cerebro Vascular, ACV, es la principal causa de discapacidad en el mundo y la segunda causa de muerte en personas mayores de 60 años, con una prevalencia más elevada en las mujeres. Sin embargo, el ACV le puede ocurrir a cualquier persona y edad. Según la Asociación Colombiana de Neurología, ACN, se estima que en el país, se presenta un nuevo episodio de ACV en 90 de cada 100 mil habitantes cada año. Se sabe además, que de cada 10 personas que han sufrido un ACV o una amenaza de ACV, una lo puede repetir al primer mes, entre una y dos al primer año y entre tres y cinco personas en los siguientes cinco años.

Para Carlos Eduardo Rivera Ordoñez, coordinador del comité de ACV de la Asociación Colombiana de Neurología, identificar las señales y reconocer que esta patología se puede tratar es fundamental, “si tomamos conciencia sobre los síntomas de la enfermedad, los profesionales de la salud actuamos de manera inmediata y las autoridades de salud proporcionan las herramientas idóneas para su tratamiento: unidades de atención especializadas, medicamentos trombolíticos, dispositivos de retracción mecánica de trombos, así será más fácil garantizar un mejor tratamiento y desenlace a nuestros pacientes con ACV”.

Una de las mayores dificultades según el experto es que en el país, cerca del 38% de los pacientes no reconocen los síntomas de un ACV y en solo el 40% de los casos se acude a una línea de emergencia. Este bajo índice de sospecha hace que la mortalidad por la enfermedad sea mayor. ¿Cómo reconocerlo? Aquí algunos signos de alerta:

  • La mitad de la cara está inmóvil o inexpresiva. Dificultad para sonreír.
  • El brazo está sin fuerza o no se puede mantener en alto.
  • La voz es rara o se produce con dificultad.
  • Debilidad o adormecimiento súbito de un lado del cuerpo.
  • Dificultad repentina para caminar, mareo intenso, caída o falta de coordinación.
  • Pérdida súbita de la visión por un ojo.
  • Dolor de cabeza intenso.
  • Alteración de la conciencia, es decir, pérdida del conocimiento.

El ACV no da espera

Está claro que el tratamiento de esta enfermedad es una urgencia médica vital y compleja cuyo éxito, entendido como la recuperación de la funcionalidad y la disminución de las secuelas, depende de que el paciente reciba atención médica en las cuatro y media horas siguientes al inicio de los síntomas. Así se garantiza que pueda recibir, entre otros, el tratamiento trombolítico, que permitirá destapar la arteria con una sustancia especial que fragmenta el trombo o con un dispositivo de uso intravascular que permite atrapar y extraer o aspirar, mecánicamente, el trombo.

“Con el fin de reducir significativamente el impacto de esta enfermedad sobre la población, es conveniente la creación de unidades especializadas en el tratamiento del ACV. Esto no solo incluye la dotación con dispositivos de alta tecnología para los hospitales ῾amigos del cerebro᾽ (tomógrafos, resonadores y salas de angiografía), sino que implica proporcionar un espacio en cada institución destinado a la atención prioritaria del paciente con ACV en fase aguda, a cargo de un grupo especializado e idóneo de profesionales médicos, enfermeras y auxiliares”, añade Rivera.

Factores de riesgo y prevención

El ACV se presenta cuando uno de los vasos que suministra sangre al cerebro, se rompe o se obstruye por un coágulo u otra partícula, lo que priva a una parte del cerebro del flujo sanguíneo ocasionando la muerte de las células nerviosas o neuronas.

Según la ACN, 25 de cada 100 personas que sufren un Ataque Cerebro Vascular, mueren durante el episodio agudo. El mejor tratamiento para evitarlo y disminuir su impacto en la calidad de vida del paciente es la prevención, que se logra a través de la modificación de los factores de riesgo o condiciones que aumentan la posibilidad de padecer esta enfermedad. Son ellos: la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol alto, el sobrepeso, el sedentarismo, las enfermedades cardiacas, el tabaquismo, el abuso de licor y la drogadicción.

Así mismo, “el haber padecido un ataque cerebral o una amenaza de él, como son los Ataques Isquémicos Transitorios (AIT), en los cuales el paciente durante algunos minutos pierde una función neurológica como el habla o presenta una debilidad efímera que es catalogada como poco trascendente y no merecedora de urgencia médica, es la alerta más importante de la inminencia de un infarto cerebral”, concluye Rivera.

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Natalia Ospina Vélez
Natalia Ospina Vélez https://www.1doc3.com

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