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Aunque no suele ser lo más frecuente, algunas investigaciones señalan que las personas que desarrollan artritis reumatoide tienen 2.5 veces más probabilidades de tener enfermedades cardiacas.
Para muchos hablar de esta enfermedad es sinónimo de deformación de manos o pies, sin embargo, pocas veces se menciona la posibilidad que esta patología tiene de provocar otros problemas de salud como el desarrollo de alteraciones cardiacas y hasta pulmonares. Explica la Academia Americana de Médicos de Familia que, la artritis reumatoide (AR), al tratarse de una enfermedad autoinmune, es decir, que el cuerpo se ataca a sí mismo, también puede afectar otras partes como el recubrimiento del corazón y los pulmones.
Agrega la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos que entre las complicaciones de esta patología se cuentan:
De acuerdo con Carlos Darío Ochoa Rojas, reumatólogo y especialista en medicina interna, las personas que sufren de AR pueden evidenciar diversas complicaciones a lo largo del desarrollo de la enfermedad a causa de la inflamación que se produce no solo en las articulaciones sino en otras partes del cuerpo, “la artritis reumatoide se considera una enfermedad sistémica, es decir, no afecta una única parte del organismo, sino que el daño puede presentarse a nivel general. Esto puede ocasionar en las pacientes complicaciones tales como daño en pulmones, riñones y corazón”.
Cuando la AR no se diagnostica ni se inicia un tratamiento adecuado a tiempo, puede generar inflamación de los vasos sanguíneos causando que se estrechen, lo que impide el buen funcionamiento de las arterias. Se puede presentar también inflamación del músculo cardiaco y la membrana que lo cubre, aumentando el riesgo de sufrir insuficiencia cardiaca, causando dolor agudo en el pecho del paciente.
Un estudio publicado por el Journal of Internal Medicine, advierte que en las personas con AR el riesgo de tener un ataque cardiaco aumenta en un 60% transcurrido de 1 a 4 años después de ser diagnosticado, e incrementa 50% la posibilidad de sufrir infarto en el mismo periodo de tiempo.
Si bien aún no existe cura para la enfermedad, los tratamientos están enfocados en disminuir la inflamación, los síntomas, el daño en las articulaciones y mejorar la calidad de vida del paciente. Entre esas alternativas de manejo de la patología se destaca el ejercicio, fisioterapia, una dieta saludable, en ocasiones cirugía y tratamiento farmacológico.
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