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Contiene nicotina y otras sustancias tóxicas, además que imita el acto de llevar el cigarrillo a la boca. Por esas, entre otras razones, este método no es recomendado para abandonar el tabaquismo.
Por ser un asesino silente, fumar es un mal hábito que muchos han tratado de abandonar y, para lograrlo, han acudido a diferentes métodos. Recientemente, el cigarrillo electrónico se planteó como alternativa, pero aún hay dudas sobre su efectividad, incluso, la Organización Mundial de la Salud, OMS, se pronunció al respecto y no lo recomienda como opción terapéutica para el tratamiento del tabaquismo. Para aclarar las dudas al respecto, Ubier Gómez, toxicólogo del Hospital Universitario San Vicente Fundación explica qué ocurre con el cigarrillo electrónico y qué medidas tomar para dejar de fumar.
“El cigarrillo electrónico tiene menos sustancias nocivas que el cigarrillo común, este último tiene alrededor de 3 mil sustancias tóxicas de las cuales 40 han sido identificadas, claramente, como cancerígenas. El cigarrillo electrónico lo que tiene son ciertas esencias y solventes donde se disuelve la nicotina, por lo tanto, la persona sigue recibiendo nicotina y subproductos de la combustión. Aunque son pequeñas cantidades una exposición continuada es perjudicial para el paciente que lo consume, de manera que el cigarrillo electrónico no erradica completamente los efectos adversos, la persona sigue con la adicción a la nicotina.
Una razón más es que para dejar de fumar es muy importante romper el rito, es decir, cuando una persona tiene algo parecido a un cigarrillo se lo lleva a la boca y lo aspira, así está evocando lo que tradicionalmente ha venido haciendo con el cigarrillo común, por eso, las técnicas de tratamiento del tabaquismo no emplean la vía oral”.
“En primer lugar, no hay por qué satanizar a los fumadores, porque el que nunca ha fumado no entiende por qué hay personas que lo hacen. Hay que entender que quien fuma no deja de hacerlo no porque no quiera, sino porque se ha convertido en un adicto sin saberlo. Y es que cuando una persona fuma, siete segundos después de la aspiración se experimenta tranquilidad, placer, mejoría en el estado de ánimo, disminución del apetito, mayor energía y mejor digestión. Siempre que se fuma se experimenta placer rápidamente”.
“En promedio un cigarrillo se lleva 10 veces a la boca, si una persona se fuma una cajetilla son 200 dosis diarias de nicotina y si multiplicamos 200 por los 365 días del año son 73 mil dosis anuales de nicotina. No hay ninguna droga que se consuma en tal cantidad y con tal frecuencia, eso explica por qué el cigarrillo mata la mitad de las personas que lo consumen, eso no lo hace ni la heroína, ni la marihuana, ni la cocaína, el tabaco es un asesino silente.
Los efectos tóxicos del cigarrillo son múltiples: aumenta el colesterol malo, de manera que se pega de las arterias, las va estrechando, endureciendo y provoca arterioesclerosis. En el hígado estimula la síntesis de factores de coagulación, por lo tanto, la sangre se vuelve más densa, más gelatinosa, la persona entra en un estado de hipercoagulabilidad y eso favorece que se formen trombos con facilidad. También va tapando los pequeños vasos distales, en las extremidades, y eso es lo que se conoce como enfermedad arterial oclusiva periférica que, finalmente, lleva a amputación. La segunda causa de amputación después de los accidentes de tránsito se llama cigarrillo.
Una consecuencia más es que va dañando los pequeños vasos de los ojos y lleva al edema macular que, finalmente, produce ceguera, va dañando el cristalino y deteriorando la visión. Compromete la circulación peneana y lleva a disfunción eréctil. Acaba con los pulmones y aparece la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, EPOC, que es responsable del 85% de casos de bronquitis o enfisema. El cigarrillo predispone también a infecciones pulmonares y de ahí aparecen las neumonías en el fumador. Además, lleva a que se pierda el olfato y el gusto, favorece el reflujo gastroesofágico y produce cáncer no únicamente en el pulmón sino en cualquier órgano. La persona se traga los restos de nicotina y componentes de combustión que quedan en la boca entonces da cáncer de esófago, cae al estómago, al intestino y puede desarrollar cáncer allí. Se absorbe en el hígado entonces provoca cáncer hepático, pasa a la circulación y produce leucemia, se elimina por el riñón y hay cáncer renal, se almacena en la vejiga y puede provocar cáncer vesical, se elimina en la orina y hay riesgo de que desarrolle cáncer de pene y uretra. La conclusión es que el tabaquismo puede provocar cáncer en todas partes”.
“Existen varias ayudas para lograrlo como los parches de nicotina, la nicotina en spray nasal o los chicles de nicotina. Sin embargo, estos últimos, en buena parte de los casos, son usados de manera incorrecta, porque las personas creen que es un chicle común y la verdad es que es un medicamento en presentación de chicle que exige una técnica especial de uso: omitir las bebidas oscuras, masticarlo entre 6 y 10 veces, y botar la saliva.
Cuando acudir a alguna de estas opciones no es posible se pueden aplicar estas medidas:
“El organismo empieza a mejorar en muchas cosas. La frecuencia cardiaca, por ejemplo, comienza a disminuir a la media hora de dejar de fumar. Sin embargo, todo depende del tiempo que haya tenido el hábito la persona. Si fumaba más o menos una cajetilla diaria durante 5 años, ya hay algún tipo de riesgo cardiovascular generalizado, si fumaba una cajetilla diaria durante 10 años ya también hay un riesgo pulmonar importante. Cuando se dañan órganos como el pulmón, no significa que se recupere, sino que no se va a seguir dañando, es decir, que hay daños que son irreversibles, pero dejar de fumar evita la progresión. Además, 1 mes después de que la persona ha dejado de fumar, recupera el olfato, el gusto. En general, dejar de fumar a cualquier edad siempre mejora la calidad de vida”.